Sin lugar a duda la tradición oral de Huehuetenango es reconocida a
nivel nacional, quiero compartirles una de las leyendas relacionadas con la civilización
Maya Mam de esta región escrita por el Sr. Mauro Guzmán Morales contenida en su
libro mitos y leyendas de los Cuchmatanes, que fue escenificada en la velada de
elección de Srta. Colegio Americano en 2013 les dejo el link. http://www.youtube.com/watch?v=PIRcOeHuXmo
“Mauro Guzmán Morales”
Desvelos de pena grande abatían en esos instantes a Kaibil Balám. Más
pensador que guerrero, más humano que pensador. La situación era desesperada.
Había sucumbido por los llanos de Chiloja, el Hombre del Caracol, el aun joven
e intrépido Kamil Acab. Batallas en secuencia dadas al castellano, habían
fracasado y para colmo de males los refuerzos de los cuilcos e ixtahuacanes, jamás
se presentaron.
El sabio jefe mam, conforme el plan estratégico, se había replegado en
el fuerte hasta ahora inexpugnable de zaculeu. Los ejércitos de la serranía
habían causado pavor en los últimos días a los invasores blancos, mas no habían
logrado derrotarlos.
Zaculeu estaba situado. Aparentemente nada podía entrar o salir de su
espacio convertido en una isla formada por el arroyo de los Cuyes, reforzado
por las lluvias invernales. Tres meses duraba ya el asedio. Dos factores
mantenían firme al pueblo mam atrapado por millares en el fuerte, su gran amor
por la blanca tierra de su patria y el auxilio del mas secreto recurso de que
disponían, el túnel misterioso jamás descubierto que lo comunicaba con el
exterior. Por aquí entraba vieres de refresco para sobre llevar asedio tan
feroz.
Kaibil comprendió que necesitaba saber con certeza que pasaba dentro de
las filas españolas, principalmente, cuales eran los planes y estrategias hacia
los que se encargaban. Para ello tubo una plática secreta con uno de los
hombres mas extraños, mas queridos y mas sabios que aun conservaba, Sackiab,
por algo su nombre significaba “numerosos años blancos”, dicho en otras
palabras, sabiduría que da la experiencia.
Entre tanto, el conquistador Gonzalo de Alvarado y sus principales
lugartenientes, habían sentado su cuartel general en la parte norte del fuerte
de zaculeu, a poca distancia de la entrada principal. Otros campamentos
castellanos secundados por los mexicanos y quiches aliados se distribuían
estratégicamente circundando la fuerte, manteniendo una rotación constante de
patrullaje en los cuatro puntos cardinales, vigilando que nadie entrara o
saliera de la ciudad situada.
Fue precisamente la patrulla encomendad al cabo Arestegui, quien en las
márgenes de la parte norte del rio selegua, tubo un encuentro inesperado. Entre
los sauces, sabinos y alisos que pueblan el cause del rio, se topo
inesperadamente con un pequeño grupo de mames integrados por un extraño sujeto
y tres mujeres jóvenes. El mam era ni mas ni menos un albino, mesho en idioma
indiano el primer hombre de estas características con que se encontraba, algo
le hizo tocar disimuladamente tres veces el primer árbol que encontró. Le seguían dos mujeres de mediana edad que
custodiaban a la mas deslumbrante y bella joven mam que sus ojos jamás habían
visto.
Además de la singularidad de su belleza, el cabo se dio cuenta que estos
atributos, añadían dos atributos mas en ¡La
núbil mujer iba vestida únicamente con joyas de oro y jade. Por lo demás estaba
completamente desnuda!
El cabo castellano repetía su estupefacción ante el primer mam “hijo del
sol” que encontraba, sin desprender la mirada de la bella mujer y sus joyas.
Sholá, que así se llamaba, entre tanto, con gracia femenina, desplegaba sus
sensuales y femeninos movimientos, poniendo entre las sombras de sauces y
sabinos, un atractivo irresistible hacia el castellano quien decididamente
concentro su mirada en la bella mujer mam. Por su mente un repaso mental lo
llevo a su lejana Andalucía, donde su ajamonada esposa, ignoraba la comparación
que en aquel momento hacia su marido de ella con Shola. Los inquietos dedos del
castellano, urgían repasar aquel fino molde de barro mam.
La voz de sus acompañantes lo sacaron de su ensimismamiento y con una
facilidad que le aprecio increíble, capturo el sabio Sackiab, pues se trataba
de él, mas cuando quiso correr tras la india, solamente escucho los sollozos
que el rio selegua, desde entonces, acostumbra a lanzar quejumbrosamente al
atardecer.
El mesho fue llevado a presencia del propio Gonzalo de Alvarado, quien
pasados los momentos de admiración que causo su despigmentado cuerpo, por los
interpretes quiches, inicio la mas exhaustiva indagación que nunca antes había
hecho. Que hace el jefe de Uds. ¿Por qué no se rinden? ¿Dónde esconden sus
alimentos? Mas la pregunta inconteniblemente repetida era oro, oro, oro… adonde
lo tienen escondido?
--No hay tu oro. No existe la india Shola, tu vista le engaña al señor…
el traductor no sabia que decir mas. Cuentan que el interrogatorio de Sackiab
duro cuatro días continuos sin recibir mas alimentos que agua. Por ultimo lo
dejaron dormir y cuando despertó se dio cuenta que estaba en medio de un grupo
de quiches que dormían profundamente. Muy dolorido se incorporo y tomo nota que
podía caminar sin despertarlos. Silenciosamente, con sus movimientos aprendidos
de la comadreja, la comedora de olotes, se movo en la semipenumbra del amanecer
increíblemente pudo bajar sin tropiezos a las márgenes del selugua si ser
detenido.
Cuando la claridad del dia dibujaba en los robles de su camino las
primeras sombras, sintió un ruido extraño pocos pasos atrás, que lo hicieron
ocultarse tras un tronco. El ronco quejido de las palomas silvestres salio de
lo profundo de su pecho cuando se abalanzo sobre dos hombres que lo seguían.
Otras sombras similares calleron con gritos de guerra sobre los perseguidores y
los inmovilizaron. Sackiab no se había equivocado en los resultados del plan
aprobado por Kaibil.
Los guerreros mames estaban enterados de los movimientos del mesho,
cayendo en el momento oportuno sobre los dos hombres que resultaron ser el
propio cabo Aréstigui y un indio aliado quiche. Para saquear no podía fallar la
irresistible fuerza que según había descubierto, impulsaba a luchar a los
castellanos: oro y sexo y oro. La amalgama Dios y rey, como la había inferido
no era sino fachada.
El cabo Arestegui se hizo el sorprendido, aunque no pudo dejar de
admirar la precisión con que cayeron los indios sobre el y su acompañante que
temblaba como un condenado. Arestegui comprendió que en ese momento principiaba
a su vez, su propio plan al haberle facilitado la huida a Sackiab. Su maquinada
combinación de ingenio y valor lo llevaran al oro y a la bella Shola, a quien
desde el primer instante que la vio, había decidido hacerla su esposa de aquí
de las nuevas tierras conquistadas.
Atados el castellano y el quiche, fueron guiados por sus silentes
captores siguiendo el curso del rio selegua hasta la confluencia con un arroyo
de cristalinas aguas. Aquí detuvieron su marcha el grupo de redujo e hiso una
variación en su rumbo de noventa grados, iniciando un fuerte ascenso.
Tras la marcha de aproximadamente una hora en la que nadie hablaba,
después de ascender y bajar llegaron al pie de la montaña grande. Frente a una
enorme roca los detuvieron y procedieron a vendarles los ojos a los cautivos
con gruesas telas de algodón. Después
unos 15 minutos de reemprendida la marcha, los detuvieron y al quitarles las
vendas se quedaron verdaderamente asombrados de estar ante la presencia del más
grande prodigio que jamás pudieron imaginar.
Indudablemente los habían introducido a una enorme cuerva en la montaña
que formaba un amplio salón iluminado por ignorados métodos, proporcionando una
claridad láctea que les mostró diseminados por todas partes del piso, atadas a
estalagmitas, la más enorme cantidad de objetos de indudable oro puro y jade. Cuando el estupor se los permitió, vieron
entonces en el centro, en una especie de trono formado por un inmenso tambor, a
la bella Sholá ornando su desnudo cuerpo de singulares formas, de toda clase de
ornamentos de jade y oro macizo. Sus
diminutos y bien formados pezones, sobresalían de la cúspide de las campanas
que cubrían cada forma de sus pechos.
Después del prime estupor, Arésttegui inició un enloquecido juego de echarse
encima del cuerpo como si fuese un baño de oro, todos los abalorios y objetos
que abundaban por todos los rincones. Cuando
por fin dirigió la mirada al ara donde debería estar la bella Sholá, sus ojos
vieron la imponente figura del MeshoSackiab quién con un enorme penacho en la
cabeza formado de largas plumas de quetzal, levantó la mano y le habló así: Buscáis oro puro y mujeres jóvenes y
bellas. Aquí está nuestra joven y bella
Sholá, cuyo nome significa aparecido en medio de las aguas. Y aquí está lo que constituye, parte del gran
tesoro de los Balames. Escogimos este
lugar porque solamente será descubierto cuando los mames nuevamente sean
reconocidos otra vez como legítimos dueños de esta tierra de la que nos despojáis,
tocad y gozad la gélida sensación que provoca el metal en vuestras afiebradas
manos, que solo en este instante lo tendrás a su alcance.
Dicho lo anterior y después de hacer que sus ojos se deslumbran cada vez
que descubrían nuevos promontorios del áureo metal de piedra preciosa, fueron
obligados a beber de un guacal una pócima que les fue puesta en sus labios por
la mismísima princesa Sholá. Unos
instantes más tuvieron conciencia y lo primero que Aréstegui recordó al
despertar, fue muy cerca de sus ojos y de sus labios se encontraron los
turgentes y diminutos senos de la princesa india, recubiertos con el codiciado
metal amarillo tachonado de jades y piedras preciosas.
Vuelto a su campamento, se guardó de relatar el hecho para evitar que lo
consideraran desquiciado de la mente, pues nadie le creería tan tremenda
aventura y porque guardaba en su interioridad la seguridad de poder reconstruir
el camino andado al retener en la memoria todo detalle importante.
Efectivamente, al nada más rendirse Zaculeu, un mes más tarde y cuando
la tropa castellana tomaba un descanso, aprovechando la ocasión, Aréstegui
solitario para no compartir el tesoro, trató de reandar el camino y
admirablemente llegó a la roca donde fue vendado mas no fue posible seguir el
tramo final, que sus ojos no pudieron ver y que conducía a la entrada de la
misteriosa gruta del tesoro.
Durante todo el día y la noche, estuvo buscando el desconocido acceso al
tesoro, luchando con su arcabuz y espada, entre los tupidos de largos y
flexibles tallos de ahuhuetl, hojas de un verde obscuro que no había visto
antes, y que a cada momento parecían enmarañarse mas para impedirle sus
movimientos. Rendido por fin trato de descansar durmiendo a ratos, mas cuando
despertó, una sorpresa le esperaba. Pendientes del arbusto que le sirvió de
resguardo para dormir, estaban ¡los pechos forrados de oro de Sholá! Cuando se
puso de pie el portento se hizo aun mas visible, pues miles de arbustos lucían
el brillo amarillo de los ansiados senos, los que al examinarlos detenidamente,
presentaban el pesón y las piedras con que se adornaban.
Aturdido Aréstegui, reacciono por fin arrancando uno de ellos y al
llevárselo a los labios creyendo por fin tener al alcance a la bella Sholá, se
encontró con el sabor más delicioso que su paladar había experimentado jamás.
El cabo español, maravillosamente y sin saberlo, había descubierto los frutos
de oro del corcho, una especie criolla del membrillo cuyo exquisito sabor no
tiene comparación.
Muchos hemos tratado de reconstruir la ruta recorrida por el cabo
Aréstegui durante la conquista de los Mames, mas quienes seguimos las pocas
señales que esta historia revela, siempre hemos ido a dar a un pintoresco
rincón huehueteco que lleva el misterioso nombre de Canabaj y que traducido
significa piedra amarilla, nombre que coincide con el que los indígenas
designaban al oro. Curiosamente en esta época del año, los fértiles planes de
Canabajamariellan al fructificar esa rara variedad de membrillo corcho. En el
áureo color se descubren ciertas manchas que recuerdan piedras preciosas, su
fruto es tan exquisito como lo pudo haber sido para el cabo Aréstegui, la miel
jamás probada de los maravillosamente rojos labios de la princesa Sholá, hija
de KaibilBalám el señor de Zaculeu.
Lo acontecido al aventurero español, se había significado por haber sido
el único europeo que tuvo ante sus ojos el fabuloso tesoro de los Balames, por
haber sido de los primeros conquistadores que tuvo ante si ante si un indio
albino, por haber conocido a la más bella princesa de los Mames, por haber
descubierto el membrillo corcho y por haber sido el primer castellano que se
enloqueció en esta América nuestra.
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